sábado, 29 de enero de 2011

El sueño de los pingüinos.

José Luis se levantó a las siete de la mañana en punto, a petición expresa de su discreto despertador, como sucedía la mayor parte de los días en que por motivos profesionales descansaba en su residencia. Su esposa, insomne también, permaneció unos minutos mas en el lecho. Él, siguiendo su rutina, entro en el servicio y procedió al vaciado de su llena vejiga, tras lo cual y mirándose al espejo estiro los brazos con fuerza para desperezarse al tiempo que bostezó con muchas y sonoras ganas. Acto seguido, se aseo rápidamente manos y cara y a continuación descolgó de su vestidor la ropa deportiva necesaria para practicar unos minutos de footing en su grande, envidiable y bien cuidado jardín. 
A la vuelta de tan sana costumbre y con la intención de enfrentarse a una ducha relajante y tonificatente, encontró a su esposa en el cuarto de baño. Mientras esta cepillaba con ímpetu su cuidada dentadura le espetó: 
- José Luis... lo has pensado ya?
- Si -contesto él-
- Y?
- Lo dejo Sonsoles.
Goma blanca de borrar negro.

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